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Nagore Dávila, Departamento de Geografía, Historia y Arqueología, UPV-EHU
15 FéVR., 2022

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En los primeros viajes atlánticos de los íberos ya aparecieron varios miedos por la sensación de peligro que transmitían la vastedad del océano, los seres que encontraban en él (que convertían en seres mitológicos) o por los fenómenos climáticos a los que se enfrentaban. En los principios de la exploración transatlántica, las dimensiones terrestres eran pura especulación. Sabían bien que los viajes podían ser largos e inciertos, por lo que quienes los financiaban tenían serias dudas sobre su viabilidad. Justamente, en el viaje organizado por La Casa de la Contratación de Sevilla en 1519, en aquel viaje de la vuelta al mundo, el marinero portugués Fernando de Magallanes ocultó a su tripulación la dimensión real de su expedición, para que la incertidumbre y el miedo no echasen por tierra su esfuerzo. De todos modos, la tripulación sospechó de sus mentiras tras innumerables días y noches sin rastro de tierra firme. Tenían miedo, hambre, y poca esperanza.  Es más, un molusco blandos llamado broma o Teredo navalis causó graves estragos en el casco de las naves de madera. Se alimenta de madera húmeda, y ante el peligro de que las royera enteras, el 9 de mayo de 1522, al avistar la costa de Mozambique, la tripulación rogó a Elcano aproximarse a ella (aun ante el peligro de ser apresados por los portugueses). La causa de esta rebelión no fue otra que el miedo. Elcano no accedió, puesto que hacer escala en la isla truncaría el plan de arribar a España, con el riesgo que ello conllevaría. De todos modos, los marineros superaron los riesgos y los miedos que ellos les generaban, impulsados por el deseo de terminar con las desgracias. Indudablemente, la valentía y el valor de Elcano y quienes le siguieron fueron los impulsores de una nueva era.

Magallanes ocultó a su tripulación la dimensión real de su expedición, para que la incertidumbre y el miedo no echasen por tierra su esfuerzo. 

Los cartógrafos debían representar los nuevos conocimientos de los marineros que formaban parte de estas expediciones, pero no pocas veces demostraron su capacidad de registrar aventuras. En este contexto, cabe mencionar el significado de los monstruos cartografiados a lo largo de la historia.

En la obra Polyhistor, Rerum toto orbe memorabilium thesaurus locupletissimus (C. Iulii Solini), de 1538, quedó reflejado el ataque del monstruo marino llamado Physetera (primera figura). En el mapa de navegación de 1539 de Olaus Magnus una ballena devora una embarcación (segunda figura). Asimismo, en la obra Cosmographia de Sebastian, de 1540, el cartógrafo representa a un monstruo marino que devora a un desafortunado marinero, en la costa norte de África, en el Mediterráneo (tercera figura).
 
Aun así, en muchos casos, en cartografía estas representaciones están relacionadas con el horror vacui. Este concepto explica que las zonas desconocidas de multitud de mapas estén repletas de este tipo de imágenes, a modo de relleno y de adorno de las zonas que el cartógrafo debía dejar en blanco. Al fin y al cabo, el cartógrafo representaba una interpretación del mundo, y la imaginación y el arte tomaban un papel muy importante. Además, no podemos olvidar que las áreas del conocimiento, en la Edad Media, tenían un carácter religioso y apocalíptico, tal y como reflejan este tipo de ornamentaciones.

A pesar de que el trabajo de cartografía ha cambiado radicalmente gracias a las nuevas tecnologías y técnicas, se sigue representando aquello que se percibe, también el miedo. Esta emoción surge a causa de la percepción de un riesgo imaginario o real, lo que nos brinda la oportunidad de sumergiros en la geografía de la percepción. Se trata de una rama de la geografía que toma en cuenta las percepciones de los individuos en el análisis de la organización de un espacio. Se analizan las imágenes mentales de las personas, basadas en las necesidades y los afectos de la población. Asimismo, esto nos ayuda a profundizar en la psicogeografía, puesto que hace referencia al análisis de las sensaciones, vivencias y percepciones que puede generar nuestro entorno. En resumen, mediante estos dos conceptos, nos ayuda a comprender la conducta del individuo en el territorio.

El resultado de la percepción de cada persona es la imagen o mapa mental mencionado anteriormente. Pueden ser de tres tipos:

1.    Estructural o descriptivo: es el modo descriptivo en que se percibe la información. Se trata de mapas mentales que reflejan solamente la información interesante.
2.    De valoración o valorativo: refleja los sentimientos de las personas por su entorno.
3.    De preferencia: refleja las preferencias de los individuos por objetos diseminados en el espacio.

Aparece la firma JEK Larson, del Wissenchasftler Art Group de New York, es decir, las siglas del autor de este mapa mental: Juan Echegoien Krug, artista vasco.

Hoy, varias ciudades ya han creado sus mapas del miedo. No aparece ningún monstruo, pero sin duda sería un símbolo adecuado para cartografiar puntos negros.

Volviendo a la emoción del miedo, hoy en día, están surgiendo nuevos mapas desde el punto de vista de la psicogeografía, es decir, tomando en cuenta el sentido del lugar. El sentimiento más preocupante es el de la topofobia (rechazo, menosprecio o miedo que generan ciertos lugares), y varias ciudades ya han creado sus mapas del miedo. No aparece ningún monstruo, pero sin duda sería un símbolo adecuado para cartografiar puntos negros. Las personas perciben su entorno y clasifican las zonas de una ciudad según sus riesgos. Por fortuna, en ciertos casos han tomado en consideración estos mapas a la hora de elaborar el planeamiento urbano, como, por ejemplo, en el caso del mapa del miedo de la ciudad de Valladolid. En Pamplona también se han recogido los distintos niveles de miedo generados por cada zona, y el ayuntamiento realizará una inversión para la mejora de las zonas identificadas en cuanto a su seguridad.  En los mapas analizados, el miedo está estrechamente relacionado con el nivel de seguridad percibido por las personas. Por lo general, las mujeres identifican un nivel más bajo de seguridad al transitar por la ciudad, porque la percepción de inseguridad limita las oportunidades de la mujer.
 


Mapas del miedo de Valladolid y Pamplona.


Asimismo, el desconocimiento mencionado anteriormente tiene su efecto en la percepción del miedo hoy en día, ya que los espacios conocidos se perciben como más seguros (zonas de gran funcionalidad, las zonas de residencia de cada persona, etcétera), mientras que aquellas desconocidas o que muestran lejanía se convierten en zonas de poca seguridad.

Teniendo en consideración todo ello, un buen planeamiento urbano puede ayudar mucho en la mejora de la calidad de vida de la población.  En el área de la geografía de la percepción existe una obra excelente que trata de la importancia del planeamiento urbano y de su legibilidad: The image of the city, de Kevin Lynch (1960). Según este autor, la legibilidad de una ciudad debe ser fundamental en su diseño, ya que su legibilidad aumenta la percepción de seguridad. El Consejo de las Mujeres de Bilbao por la Igualdad elaboró un Mapa de la Ciudad Prohibida, para mejorar la movilidad y la sensación de libertad. Tras analizar el mapa y el informe adjunto, puede apreciarse que la mayoría de las zonas que generan miedo (pasos subterráneos y escaleras) son zonas que Lynch define como bordes, espacios urbanos apartados morfológica y socialmente. En consecuencia, se debería realizar una profunda reflexión en el planeamiento urbano sobre la necesidad de suprimir las limitaciones generadas por los bordes.  Al afirmar que el urbanismo inclusivo aumenta la seguridad de los espacios públicos, será obligatorio poner en marcha multitud de iniciativas para el refuerzo de un urbanismo que sea inclusivo, para que las ciudades sean espacios seguros ya accesibles para todos y todas.