El País Vasco marítimo en busca de su origen (4/4)

Aitor Leniz, Grado en Historia y Másteres de Arqueología y Enseñanza.
30 DéC., 2020

Se dice que el sistema de varenga-genol es una técnica constructiva adquirida de la tradición naval mediterránea, pero ya desde la Prehistoria se conocía un sistema similar en Europa para la construcción de embarcaciones de cuero. Estos han sobrevivido hasta nuestros días en algunos lugares.

Como se ha mencionado en el apartado anterior, la presencia de los vascos en las rutas comerciales mediterráneas estaba en aumento desde el siglo XIV, y de esa presencia se derivó una transferencia de tecnología naval en ambos sentidos: del mediterráneo al atlántico y viceversa. Aunque los vascos hubieran adquirido la construcción mediterránea que partía del sistema de varenga-genol, existen ciertos indicios que nos hacen pensar que en la vertiente atlántica europea ya se conocía un sistema más primitivo. Junto con los barcos galorromanos anteriormente nombrados, también destacan las embarcaciones de cuero. Este tipo de embarcación suele pasar desapercibido por su sencillez o por las exiguas investigaciones realizadas, por lo que en este capítulo arrojaremos luz sobre ellas en concreto.


El origen de las embarcaciones de cuero probablemente se remonta a la Prehistoria, pero la escasez de testimonios ha resultado en que las investigaciones acerca de ellas hayan recurrido principalmente a fuentes escritas y obras de arte. El análisis minucioso del navío demuestra que partía de un sistema similar al de varenga-genol y que posteriormente se recubría con cuero. Esto justifica que ya se conocía un sistema primitivo de varenga-genol en siglos previos a XV-XV. Se ha comentado que las fuentes de información son muy escasas y que queda mucho por investigar, por lo que debemos ser conscientes de que hay que tratar este tema con cautela y que probablemente puedan surgir varias hipótesis diferentes. En este sentido, quisiéramos valernos del artículo para denunciar la necesidad de tener en cuenta, de igual forma, este tipo de embarcaciones.

Por su sencillez o por las exiguas investigaciones realizadas, las embarcaciones de cuero suelen pasar desapercibidas

En cuanto a las fuentes escritas, Estrabón decía que hasta la llegada de la expedición de Bruto (137-138 a.C.) se utilizaban embarcaciones de cuero en el noroeste de la Península Ibérica. Por otro lado, el poeta Avieno redactó su obra Ora Marítima tras haber leído el libro de navegación del cartaginés Himilco (siglo VI a.C.). En él menciona el pueblo de los oestrimnios que poseía la destreza de navegar en embarcaciones de cuero. Los expertos no se ponen de acuerdo si se refería al Finisterre celta de Bretaña o al Finisterre galaico. La primera opción tiene más apoyo entre los investigadores.

 Avieno decía lo siguiente: 

“Aquí hay un pueblo de gran fuerza, de ánimo levantado, de eficaz habilidad, dominando a todos la pasión por el comercio; con pieles de barcas cosidas surcan valerosamente el turbio mar y el abismo del Océano lleno de monstruos; pues ellos no supieron construir sus naves con madera de pino ni de acebo, ni con el abeto curvaban las barcas como es costumbre, sino que, cosa digna de admiración, siempre construían las naves con pieles unidas, recorriendo con frecuencia sobre tal cuero el vasto mar […]” (AVIENO, pp. 90-119. RIUS SERRA, J. trad.).

Plinio el viejo (siglo I d.C.) también habla sobre barcos de cuero que utilizaban los britanos del sur de Inglaterra en la obra Naturalis Historia, también mencionada por Julio César o el poeta hispanorromano Lucano en su obra Farsalia.

 Así dice Plinio: “Pasemos ahora al plomo. Hay dos clases de él, el negro y el blanco. El blanco es preciadísimo; los griegos le llamaron «cassiterum», propalando la fábula de que se extraía de ciertas islas del Mare Atlánticum y que se transportaba en embarcaciones de mimbre revestidos de piezas de cuero cosidas” (PLINIO, p. 156. RACKHAM, trad.).



Siglos después, precisamente en el siglo VI, el cronista San Gildas narró que los pictos y escotos irlandeses se valían de barcos de cuero para moverse entre las islas y San Isidoro de Sevilla también recogía que en el siglo VII varios pueblos germanos usaban unas naves similares (PLINIO, p. 156. RACKHAM, trad.; ALONSO ROMERO, 1995, pp. 129, 131). “El mioparo es un esquife fabricado de mimbre que, recubierto de piel sin curtir, da lugar a este tipo de nave. Estas son las que debido a su movilidad, utilizan los piratas germanos en las costas de océano y en sus lagos. De ellos dice la historia: “El pueblo sajón confía más en los mioparos que en sus fuerzas, y más fácilmente emprenden la huida que se lanzan a la guerra […]. El carabus que se utiliza en el Po y en las lagunas. El carabus es un pequeño esquife construido de mimbres que, recubierto de piel sin curtir, proporciona este tipo de nave” (ISIDORO DE SEVILLA, pp. 21, 26).

Ilustración de la obra Topographia Hibernica and Expugnatio Hibernica, de Giraldus Cambrensis.

 

Por último, sabemos que hay constancia de que los monjes irlandeses viajaron en los siglos VII y VII en naves de diferentes tamaños forradas con cueros hasta Bretaña y desde allí al noroeste de la Península Ibérica para fundar diócesis. En el siglo XII, el eclesiástico y cronista galés Giraldus Cambrensis se asombró al ver estas barcas cuando viajó a Irlanda.

Como anteriormente se ha indicado, las evidencias arqueológicas son escasas, debido a la rápida degeneración de estos materiales. A pesar de ello existen algunos restos como los hallados en Barns Farm, en Dalgety (concejo de Fife, Escocia), donde se encontraron 3 enterramientos de la Edad de Bronce con sus correspondientes ajuares que se habían depositado en embarcaciones de cuero. Otra referencia importante sería el modelo de oro de un curragh del siglo I a. C. encontrado en Broighter (Derry, Irlanda). Lo interesante es que este tipo de embarcación perduró durante los siguientes años hasta llegar a la actualidad. En la isla de Aran, en Irlanda, se denominan curraghs y en Gales, coracles.


Es decir, en varias regiones europeas se han encontrado testimonios de diferentes épocas y ha habido una continuación desde la Prehistoria, o al menos desde la Antigüedad, hasta la actualidad. Por otro lado, a pesar de que las menciones de Estrabón, Plinio, Avieno, Isidoro Sevilla y Giraldus Cambrensis pueden tener posibles distorsiones hiperbólicas o subjetivas, se puede concluir que estas embarcaciones serían lo bastante robustas y útiles.

Para defender nuestra propia historia y reivindicar el lugar del País Vasco en la historia marítima es necesario realizar más investigaciones tanto respecto a  la documentación histórica como a las excavaciones arqueológicas.

En el caso del País Vasco, los conocimientos sobre los barcos de cuero son aún más incógnitos. No obstante, existen algunos indicios que podrían indicar indirectamente la utilización de los barcos de cuero. Prueba de ello es el caso de la cueva de Santa Catalina de Lekeitio, donde se descubrieron entre los restos de ictiofauna de la época madgaleniense y aziliense (hace 12.000-8.000 años) diversos huesos de bacalao, salmón y pleoronectiformes (de la familia de los lenguados) de gran tamaño. Se tratan de especies difíciles de pescar mediante la pesca de cercanía, lo cual en muchos casos obligaba a los pescadores a entrar mar adentro. Algunos ejemplares de bacalao pesaban más de 20 kg y superaban el metro. También cazaban animales que habrían escapado fácilmente en la caza terrestre, como el pingüino.  Por tanto, ¿habrían utilizado naves de cuero para hacerse a la mar? No es más que un planteamiento hipotético, por el momento carente de base sólida, pero cuyo análisis resultaría indudablemente interesante. Cabe añadir que, si hoy en día se ven embarcaciones de cuero en el río Adour y en Galicia, es verosímil que a lo largo de la historia también se hayan utilizado en el Golfo de Bizkaia. Para el futuro, habrá que realizar excavaciones arqueológicas, relacionarlas con el contexto histórico y considerar investigaciones extranjeras para que se vaya ampliando el conocimiento con respecto a estas naves.

Concluiremos esta breve saga haciendo mención a la larga tradición marítima vasca, recalcando la necesidad de armase de valor y defender nuestra propia historia en vez de tender siempre a apoyarnos en factores exógenos. En otras palabras, se debe reivindicar el pequeño o no tan pequeño lugar del País Vasco en la historia marítima mundial y proclamarlo a los cuatro vientos. Para ello es necesario realizar más investigaciones de cara al futuro, tanto en lo que se refiere a la documentación histórica como a las excavaciones arqueológicas.
 

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