La peste de las naos: el escorbuto (3/3)

Javier Almazán Altuzarra, Doctor en Medicina
30 DIC, 2019

El escorbuto fue una de las enfermedades más terribles hasta el punto de ser conocida como la peste de las naos. También se mostró en toda su crudeza a lo largo de la expedición de Magallanes y Elcano, especialmente en la tripulación de la nao Victoria que se llevó la peor parte.

La dieta, la ración marinera, para los dos años que se presumía iba a durar la expedición contenía aproximadamente 600 gramos de bizcocho y harina, 40 ml de aceite, 1 litro de vino y litro y medio de agua, a la que se añadían pequeñas cantidades de otros alimentos como ajos y cebollas, legumbres – garbanzos, lentejas y habas – carne y pescado seco, queso y miel. La dieta era correcta en cuanto al número de calorías, porque supone entre 3000 y 4000 calorías, sin embargo, estaba desequilibrada en vitaminas y minerales por la ausencia de alimentos frescos, en especial frutas y verduras. Especialmente era deficitaria en ácido ascórbico contenido en unos pocos alimentos secundarios – cebollas, ajos y membrillos – en cantidades insuficientes para evitar su carencia sin recurrir a recolectar alimentos frescos a lo largo del viaje.

Bodegón Juan Sánchez Cotán. 1603. Museo del Prado. Madrid.

 

Hemos visto en el primer capítulo de esta serie de artículos sobre el escorbuto las palabras del cronista vicentino Antonio Pigafetta sobre la enfermedad sufrida durante la travesía del Pacífico, aunque no son las únicas; menos conocidas son las del marinero jerezano Ginés de Mafra sobre el mismo episodio:

Por aquí navegaron al Poniente derechos y consumieron tres meses en esta navegación. En este tiempo los bastimentos, parte por gastados y parte corrompidos, se disminuían, y en toda la gente había enfermedades, especialmente que con la vascosidad de las malas comidas se les hinchaban las encías tanto que les impedía el comer, y se morían, lo cual visto por la gente tenían cuidado de con orines y con agua de la mar lavárselas y tenerlas limpias, lo cual fue especial remedio para aquel mal.

Las narraciones de Pigafetta y de Mafra junto con la aparición del padecimiento tras la falta de alimentos frescos durante más de tres meses y su rápida resolución una vez que los consiguen son lo suficientemente claras para poder establecer el diagnóstico retrospectivo de escorbuto durante la travesía del Pacífico. A este episodio se le pueden atribuir 19 fallecimientos, entre ellos el del grumete Ochoa de Erandio, de Bilbao y el merino (alguacil) guipuzcoano Martin de Barrena, de Villafranca. También fallecen uno de los patagones y un indio de Brasil. Es significativo que la mayoría de los fallecimientos ocurrieron entre la gente de la nao Victoria que se llevó la peor parte, aunque sólo podemos aventurar alguna explicación.

Pero no fue el único episodio, la misma enfermedad apareció en otras dos ocasiones durante el viaje de la Armada que partió en busca de la Especiería. Un segundo brote se produjo en el regreso de la nao Victoria. Aquí no disponemos de ninguna referencia clínica. Tanto Pigafetta como Elcano señalan la muerte de los enfermos por inanición, aunque éste último señala que no les faltó el arroz ni el agua

Habiendo partido de la última de aquéllas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebiendo sólo agua… se nos murieron de hambre veinte y dos hombres; por lo cual y la falta de vituallas arribamos a la isla de Cabo Verde.

Grabado del S.XVI. Bahía de Cidade Velha. Cabo Verde

 

Las muertes que se producen una vez pasado el cabo de Buena Esperanza en el océano Atlántico, tres meses después de la partida de Timor, cuando las reservas de acido ascórbico se han agotado. La rápida recuperación de los hombres tras la llegada a Cabo Verde son también indicios de la presencia de escorbuto, sin descartar otras carencias pues la dieta exclusiva de arroz descascarillado puede dar lugar a la aparición del Beri- Beri por déficit de tiamina o vitamina B1 cuyas reservas se conservan durante más tiempo que el de la Vitamina C. No obstante, sabemos que el escorbuto precede, anuncia y agrava la deficiencia nutricional en los por otra parte agotados navegantes.

A este segundo episodio se le pueden atribuir 15 fallecimientos de los hombres de la armada, entre ellos los del marinero guipuzcoano Lorenzo de Iruna y los grumetes vizcaínos Juan de Sahelizes de Somorrostro y Martin de Isaurraga de Bermeo. 

Lámina en cobre de factura alemana, representando a la Victoria. En Toribio Medina, El descubrimiento del océano Pacífico, 1920.

 

El tercer brote tiene lugar durante el infructuoso tornaviaje de la nao Trinidad por el Pacífico, y se le pueden atribuir 31 fallecimientos entre ellos los del marinero Juan de Aguirre de Bermeo y el carpintero de Deba Domingo de Yarza.

La falta de ingesta de alimentos frescos, la sucesión de las muertes tras cuatro meses de navegación y la rápida recuperación tras alimentarse con víveres frescos, nos recuerda lo acontecido en el Pacífico y a la tripulación de la Victoria en su regreso e indican como la causa más probable de los sucesivos fallecimientos al escorbuto y la desnutrición. No cabe duda de que además el frío y los trabajos que padecen, las feroces tormentas junto a la monótona dieta y su carencia de tiamina contribuyen al debilitamiento de los hombres.

Pero además, en este caso disponemos de la narración dada por Mafra de la primera autopsia conocida en alta mar, que debemos atribuir al físico (médico) y cirujano sevillano Juan De Morales:

Abriendo uno para ver de que morían, halláronle todo el cuerpo que parecía que todas las venas se le habían abierto y que toda la sangre se le había derramado por el cuerpo.

La descripción describe la extravasación de sangre que de manera sorprendente concuerda con la fragilidad vascular y las subsiguientes hemorragias espontáneas que caracterizan al escorbuto, lo que, a nuestro juicio, corrobora su diagnóstico. Sin embrago la comprensión de la enfermedad estaba más allá de los conocimientos de Juan de Morales que sólo puede aplicar el ancestral remedio de las sangrías con su predecible fracaso:

Por lo cual de ahí adelante al que adolecía sangrábanle pensando que la sangre los ahogaba y también se morían, dejábanlo de sangrar y no escapaba: así que una vez que enfermaba como cosa sin remedio no le curaban

Sólo 17 hombres sobreviven y regresan al Maluco donde son recogidos por el portugués Antonio de Brito. Entre ellos el calafate y contramaestre de Bermeo Antón de Basozábal, del que desconocemos lo ocurrido con él a partir de que quedó retenido por el lusitano por la necesidad que tenía de buenos profesionales.

Son por tanto 66 los navegantes que fallecieron presumiblemente a causa del escorbuto del que pocos se libraron de padecer.